sábado, 20 de febrero de 2010

Carnaval, carnaval...





























Confieso que no me entusiasma en absoluto. Tendría dieciseis años la última vez que sucumbí y me disfracé de vampiro. Todavía recuerdo lo que me costó eliminar el cardado de peluquería de mi melena. Y esa sangre artificial que me había puesto en el cuello...apenas podía girar la cabeza de lo tirante que estaba. Claro que, eran otros tiempos, de amigos y pandillas, y ya se sabe que ciertas cosas si se hacen en grupo resultan más divertidas, sobre todo si particularmente se tiene poco espíritu carnavalesco.
Hasta hace un par de años me quedaba en casa las tardes del martes de carnaval. Mi media costilla siempre tiene un montón de trabajo ese día, así que me tumbaba en el sofá, tras la laconada de rigor y veía un par de películas, mientras deseaba que cesase la jauría exterior y los dichosos petardos. Y es que vivimos en el epicentro del carnaval coruñés, así que como para no enterarse.

El pasado año, el mencionado día, nació Alba, como recordaréis. Y no hubo ni laconada ni película posterior, naturalmente.
Pero este año, todo ha sido distinto. Y hermoso. Con los niños las cosas cambian y se recuperan las ilusiones. Le compramos un disfraz, abrigosito, que no está el tiempo para tonterías, y nos echamos a la calle con ella. Nos reafirmamos una vez más: Alba es "choqueira", disfruta un montón de las fiestas, del ruído, de la música...
Se lo pasó en grande, incluso participó en el concurso de disfraces y se estrenó sobre un hinchable, experiencia que le resultó altamente gratificante.
La semana que viene cumple un añito y rebosa caracter, energía y actividad. No puedo dejarla sola ni cinco segundos porque está en plena etapa exploradora del mundo que le rodea. Un mundo que no tiene límite ni fronteras.
Os dejo una fotillos, como siempre.

En otro órden de cosas, me he visto obligada como muchos de vosotros a utilizar la moderación de comentarios ya que algún indeseable ha utilizado este blog para colgar accesos a "determinadas" webs. Cada cual que bucee por dónde quiera, pero no a través de mis pensamientos. En fin, en pleno siglo XXI y que tenga una que recurrir a la censura...