Otra vez el gran charco de por medio. Miles de kilómetros y horarios contrarios.
Las puertas ya no esconden aunque busquemos, pero la imágen en el recuerdo nos arranca una sonrisa humedecida. Te nombro, una y mil veces a lo largo del día y siempre obtengo una sonora recompensa. Los días se suceden lentos y tediosos. Las noches se vuelven más largas de lo habitual. Yo, aquí estoy, haciendo esperar a Morfeo, mientras te rescato a mi memoria.