Llegó puntualmente a su hora, como de costumbre. Técnico en sus movimientos al igual que siempre, parco en palabras como nunca. Lo que no expresaban sus labios me lo decía su rictus. Denotaba incomodidad, necesidad de finalizar el asunto para poder marcharse, alegando cuánta prisa tenía. No era cierto y yo lo sabía. No le daré importancia-pensé- . Estará preocupado.
La situación se repitió alguna que otra vez más. Para entonces, yo tenía muy claro que sus preocupaciones, por mí supuestas, eran más profundas de lo que imaginaba. Ya no era meramente preocupación. Se había convertido en firme actitud, hacia mí, hacia el mundo...
Algo se había roto en mil pedazos difíciles de recomponer. Es demasiado peligroso- me dije- .
Ya no era cuestión de tiempo. Todo lo contrario. El tiempo afianzaba aún más su decisión.
-¿Hasta cuándo?, ¿ Deberá llegar hasta el final del camino?, ¿Sabrá volver? .
Continuará...
1 comentario:
Qué intriga... No tardarás en seguir, ¿no?
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