En cada una de las 20.000 almas que estábamos concentradas el sábado 25 en el Palacio de los Deportes, en Madrid, había un pedacito de La Reina. Se reflejaba en cada mirada, en cada palabra cantada al son de los acordes de los incombustibles Queen. Puntualidad británica. Dos horas y media de espectáculo. Sencillamente impresionante. A estos chicos aún les queda mucha carretera.
El concierto arrancó con una "tormenta cósmica" de sonido e imágen para recordarnos que están presentando su último disco, The cosmos rocks, aunque los nuevos temas sólo acompañaron testimonialmente lo que el público quería ,de verdad, escuchar: las grandes canciones de la mejor época de Queen. Así, enseguida empezaron a sonar temas como Hammer to fall, Tie your mother down, Another one bites the dust o la indiscutible I want to break free.
Uno de los momentos más memorables del concierto llegó cuando Brian May cogió su guitarra acústica , se sentó solo ante el público e interpretó la preciosa Love of my life y tras ésta, Las palabras de amor, haciendo un guiño a Freddie.
Paul Rodgers tuvo también su momento, al cantar en solitario Seagull y Bad company, del grupo que lideraba antes, aunque particularmente me quedo con la emotiva interpretación de We believe, del último disco.
Pero sobre todo fue la noche de Brian May, que demostró su técnica con un solo de su eléctrica de más de media hora, y de Roger Taylor interpretando A Kind of Magic al compás de la batería.
Luego, la gran sorpresa, el homenaje: en la gran pantalla del fondo del escenario apareció Freddie Mercury, mientras Brian May y su guitarra se acercaban con Bijou y Last horizon a la imágen de un gran ojo de quién fue el alma indiscutible de los Queen hasta su muerte.
Radio Gaga, Crazy little thing called love o The show must go on, junto con la nueva Cosmos rocks y el éxito de los Free de Rodgers All right now, precedieron a otros clásicos que tampoco podían faltar en una noche para el recuerdo: Bohemian Rhapsody, interpretada por Freddie Mercury a través de un vídeo y We are the champions. El punto y final lo puso la despedida al son de God Save the Queen.
Luego, la gran sorpresa, el homenaje: en la gran pantalla del fondo del escenario apareció Freddie Mercury, mientras Brian May y su guitarra se acercaban con Bijou y Last horizon a la imágen de un gran ojo de quién fue el alma indiscutible de los Queen hasta su muerte.
Radio Gaga, Crazy little thing called love o The show must go on, junto con la nueva Cosmos rocks y el éxito de los Free de Rodgers All right now, precedieron a otros clásicos que tampoco podían faltar en una noche para el recuerdo: Bohemian Rhapsody, interpretada por Freddie Mercury a través de un vídeo y We are the champions. El punto y final lo puso la despedida al son de God Save the Queen.
Cómo veis, resultó ser una noche intensa. Lo cierto es que era de prever, y como por experiencia sabemos que los bocatas en los conciertos son malísimos y muy caros, decidimos llegar con el estómago llenito. Así que nos dimos una vuelta por el Asador Frontón, y entre el apetito de embarazada y la oportunidad que tenía ante mí, no lo dudé:
Comenzamos abriendo boca con un cortito, que una no puede abusar, acompañado por unas olivas. Pasamos al comedor y nos sentamos en un rinconcito muy acogedor, no fumadores, por supuesto. Mientras decidíamos el menú, el restaurante nos obsequió con una chistorra frita, buenísima, y un jamón de jabugo con queso manchego, que mejor no explico cómo estaba. (¿Recordáis mi temita con el jamón, no?). Bien, comenzamos con los primeros: espárragos cojonudos con ventresca de atún y pimientos del piquillo rellenos de bacalao (mmmmm, los piquillos...). Segundos: Chuletón de buey al punto acompañado de piparritas y Kokotxas en salsa verde (Oh, Dios...). Postre: natillas caseras, algo ligerito...El café, descafeinado, puso el broche. Ah, y bebí agua, que no se diga que no me cuido.