Quemando los últimos cartuchos. En esa situación me encuentro. Cuatro semanitas, plazo máximo estipulado para el día D. Y quién sabe si no se produce con anterioridad. Mi abdomen parece una termomix en contínuo funcionamiento. Y es fantástico, salvo cuando con sus maravillosas pataditas me deja sin respiración. Las noches son lo más duro. Ya no consigo dormir bien, lo que es normal, puesto que tan sólo me encuentro relativamente cómoda de lado y para eso cambiando de izquierda a derecha, y viceversa, cada poco. Pero lo que no consigo controlar es mi mente. La preocupación se hace más intensa cada día que pasa. Sé que todo va bien, pero no estaré tranquila hasta que lo pueda ver con mis propios ojos. Es más, creo que ya nunca más volveré a estar tranquila del todo. Temo no estar a la altura, temo no hacerlo bien. Y no me refiero al momento parto. Voy a traer a una personita a este mundo y debo enseñarle a caminar por un sendero en el que yo misma tropiezo una y mil veces. Harto complicado me parece esta tarea y toda una responsabilidad. Supongo que estas dudas existenciales las han sufrido en alguna ocasión las primíparas. Y han salido adelante. Entiendo que es aquí cuando entra en juego el llamado instinto maternal, que consigue que resuelvas los distintos problemillas que puedan surgir, cuando no sabrías cómo hacerlo. Me asusta también el darme cuenta de que ha cambiando mi modo de ver las cosas. He dejado de quererme incondicionalmente, por decirlo de algún modo. He establecido otras prioridades: mi hija y mi marido. Quizá no sea del todo malo, creo que me he desprendido de unos cuantos kilos de egoismo personal. Mi meta será conseguir que mis dos pilares se encuentren bien. Entonces yo también lo estaré. Ahora me doy cuenta que una gestación no necesita nueve meses para la formación del feto exclusivamente. Son muy necesarios para la preparación, a todos los niveles, de la futura madre y del futuro padre. Nunca he hablado de los sentimientos contradictorios de los futuros papis, supongo que no podría describirlos tan bien como los míos, pero también "sufren" lo suyo. Y casi nunca se lo reconocemos. También les invade el miedo y el desasosiego a raudales.
En fin, día a día, pasito a pasito, iremos sorteando obstáculos y solucionando enredos. Y seguro que también nos reiremos mucho, de las situaciones y de nosotros mismos.
Será un placer reir contigo, papi.
9 comentarios:
Yo estoy segura de que papis y mamis no se encuentran en una situación tan diferente en este caso: si ellas sufren el miedo el dolor, ellos lo tienen a que pueda pasarle algo a su media costilla.
Y la preocupación por la criatura y por su educación, cuando es deseada por ambos, seguro que se trata de la misma.
Es inutil que, dadas las circunstancias, te digamos que no tengas miedo mil veces. Se disipará sólo cuando le veas la carita a tu niña y salga a la luz ese instinto del que hablas.
Además estoy segura de que formáis un gran equipo.
Espero que nos tengas al tanto de todo en esta última etapa de tu embarazo y, por supuesto, de su nacimiento, primeros balbuceos y todo lo que haga falta.
Un abrazo y mucha suerte.
Como dijo ANTONIO MACHADO:
"Caminante no hay camino,
se hace camino al andar".
Y así es. Lo iras solucionando todo así vaya surgiendo. Te irás adaptando tanto tu como el "papi". Te lo digo de corazón porque lo he visto con mis propios ojos en gente muy cercana a mi. Es impresionante como se adaptan y como salen adelante.
Con las ganas e ilusión que tienes seguro que Alba se convierte en una bellísima persona. No puede ser menos viniendo de quien viene.
Besos miarma!
P.D: Y recuerda que todos los padres pasan por estas preocupaciones.
Gracias chicas, vuestras palabras me reconfortan un montón. Sé que resulto pesada hasta el aburrimiento con este temita del miedo, pero es que no consigo evitarlo. Ojalá pudiese sentirme de otro modo. Pero bueno, para eso están los blogs, ¿no?, para daros un poquillo el coñazo...
Además que no acabará aquí la cosa, eh. Veréis cuando comience a colgar las fotitos, entonces sí que me llamaréis "pesada" con todas las letras, jaja.
Un beso enorme para cada una, que no se diga que con esto de la crisis escatimamos hasta los besos.
Pues desde aquí algunas te envidiamos. No dejes que te venza el miedo. Disfruta de ese maravilloso momento de traer una vida al mundo, privilegio que sólo tenéis algunas. Y debe de ser de lo más bonito que le puede pasar a una mujer.
El miedo es normal, me atrevería a decir que si no tienes miedo y preocupaciones no serías una buena madre. Yo estoy segura de que lo serás. Se te ve.
No seas muy exigente contigo misma en este tema porque seguro cometerás fallos como cometieron nuestras madres, pero chica, somos humanos. Es imposible ser perfecto.
Muchos ánimos!!!! Mucha fuerza!!!
Estamos deseando verle la cara a la pequeñita!
Un beso!
(me atrevo a colarme en este reducto maternal para decirte, Anaí, que al menos vosotras tenéis el valor de traer a un ser a este mundo; quién me vería a mí con semejante responsabilidad, si ya no soy capaz de asumirla desde el lado más fácil, que es el del hombre... Así que me parecen lógicos tus temores, desde la más absoluta ignorancia varonil, pero sé que son infundados: ya verás como cuando pasen estas 4 semanas tus 'dudas existenciales' se transforman en determinación, y te ayudarán a caminar por ese sendero... ¡mucho ánimo, cielo, que ya falta poco!)
No sabes lo bien que te entiendo, pero es lo que tú dices, es inevitable sentir el miedo a ese momento, pero creo que una vez estemos a ello se nos va a pasar, nos invadirá la emoción y seguro que por arte de magia ese temor desaparece, ya lo verás, yo lo pienso así y por lo menos me tranquiliza algo. Mucho ánimo y biquiños.
Venga Anaí, ánimo, ¡que ya te veo yendo a por la parejita!
Besitos para todas
Mucho ánimo que estás a punto de vivir una experiencia que marcará tu vida y recordarás para siempre como algo mágico.
Afortunada eres, no lo olvides.
un besazo
Que envidia... Y sí, seguramente los papis también están histéricos... Por cierto, cuentanos que tal el parto, cuando toque, SINCERAMENTE ¿SI?
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